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jueves, 2 de noviembre de 2017

T A S H A (I Parte)

Allá, en los últimos días de noviembre del 2015 en la ciudad de La Plata, Argentina, el cansancio o el hartazgo, o las dos cosas, me acompañaban en cada paso que daba. Algo comenté en mi entrada anterior. Mi vida como ultracorredora, había cambiado cabalmente desde que decidí organizar ultramaratones en éste país. Algo se había desbalanceado. No podía discernir bien, qué había provocado ese vacío. Tal vez ver a ciertas personas abrirse de gambas. No lo sé. Y me metí bien para adentro. Pero era triste.

En ese cuadro de mi vida, y no creo que haya sido casual, aparece en mi página de inicio de Facebook, una tierna bolita peluda, junto a otros mininos. La publicación rezaba simplemente: "Regalo gatitos. Contactarse por privado." Pero la bolita peluda parecía que me miraba a mi y que me decía: "nos vamos a querer mucho. Te acompañaré adónde vayas. Siempre". Creo que tambien era un presagio...


Me resulta inevitable, interrumpir la escritura, porque se van cayendo lágrimas cuando recuerdo ese momento. Cuando miro esta imágen. Cuando escribo y ella continúa fiel a esa promesa que supo transmitirme. Porque mientras escribo Tasha está en mi regazo, ronroneando e intentando agarrar una lapicera para jugar. 

Tasha llegó a casa el mismo día que la ví por las redes, en una cajita de cartón, con un poquito de alimento desparramado y olor a pis. La saqué inmediatamente de esa caja. Con una mano la sostuve, y con la otra traté de calmarla, acaraciándola muy suavemente. . Estaba muy sucia, pero no me importaba.  La abracé tanto, tanto pero tanto, intentando tambien que algo cambie dentro mío. O que algo brote. La esperanza, el amor, la paz, la risa.

Y mi cuadro de vida, pasó a otro cuadro en ese instante. Tasha dejó de temblar en minutos. Supongo que el mundo ya no le parecía tan temerario, abrazadita a mí (o yo a ella). Estabamos en casa. Ese mismo día tuvimos que hacer algo audaz, inevitable: salir del hogar para visitar al veterinario. La llevé apretadita a mi. Y ella no puso resistencia. Porque me iba a acompañar a dónde quiera que vaya. Siempre.

Salimos de la veterinaria, con los primeros controles hechos. Aferradas una a la otra. Y transcurrieron así nuestros primeros días felices, divertidos y entrañables. Empezábamos a recorrer juntas una aventura que ni imaginábamos...continuara...








...es muy tarde para pedir perdón...

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